sábado, 27 de abril de 2013

5. CRISIS DE LA BAJA EDAD MEDIA: SIGLOS XIV - XV.


5.1.   La población

La población se reduce de unos 75 millones a unos 45 millones de habitantes del 1300 a 1350. Durante el siglo XIV, Europa se vio inmersa en guerras, pestes y hambrunas. Esto no era nuevo, pero en estas décadas se acumularon y provocaron en la población pesimismo y desesperanza.

5.2.   Factores que favorecen la crisis a todos los niveles.

·         Las malas cosechas se dieron por el clima y las tierras pobres. Hacia el 1315, empezó a fracasar la producción agrícola, como el trigo, debido a los largos inviernos y los húmedos veranos. También debido al cultivo de las tierras de mala calidad.
Como consecuencia se produce la hambruna, que se extendió por toda Europa, lo que supuso una mala alimentación, descenso de las defensas y aumento de la mortalidad.

·         Las guerras, tanto entre los señores feudales como el vandalismo. De 1337 a 1453, se produjo la guerra de los 100 años, en la que lucharon ingleses contra franceses porque querían territorios en Francia. Ocasionó una gran mortalidad, la ruina, el abandono de las tierras por la escasez de la mano de obra.

·         La peste negra. Llegó a Europa entre los años 1347 – 1348 y fue más destructiva porque afectó a una población debilitada por la mala alimentación.
La peste fue traída por barcos genoveses procedentes de Crimea. La llevaron a ciudades como Mesina, Nápoles y Marsella y se extendió por toda Europa en 4 años causando la muerte de una tercera parte de la población.
 

5.3.   Consecuencias.

·         Hubo revueltas de campesinos porque la nobleza aumentaba los impuestos y endurecía las condiciones a sus siervos para evitar el impacto de la crisis.
·         Hubo también revueltas urbanas, por ello la economía cayó, la producción artesanal y la miseria se extiende.
·         Hubo un aumento del número de bandidos y salteadores de caminos y barcos, por lo que el comercio se ralentizó mucho.

5.4.   Cisma de Occidente.

A la muerte del papa Gregorio IX, italianos y franceses nombraron cada uno un papa: en Roma Urbano VI y en Aviñón (Francia) Clemente VII.
En 1408, en el Concilio de Pisa, se intentó unificar la Iglesia bajo un único Papa siendo elegido Alejandro V, pero ninguno de los otros dos lo aceptó, produciéndose la extraña situación de que tres Papas dirigían a la vez la Iglesia católica.
Finalmente en 1417 en el Concilio de Constanza se decide deponer a los dos papas rebeldes y la abdicación de Alejandro V, nombrándose a Martín V, lo que supuso la consolidación del poder del Colegio Cardenalicio de modo que las decisiones de los concilios tendrían mayor autoridad que las decisiones del Papa.
 

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